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02-Nov-21

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Las 12 leyes esenciales para ser un networker exitoso

 

 

Tanto el éxito como la felicidad involucran nuestra capacidad de superar obstáculos.

Como decía Viktor Frankl... Lo que necesitamos no es vivir sin tensiones, ni adversidades, sino la fortaleza para alcanzar las metas situadas al otro lado de ellas.

Lo que necesitamos no es librarnos de las dificultades a toda costa, sino encontrar un significado propio a la vida que merezca profundamente la pena.

La Mente del Emprendedor es una mente diferente, una mente privilegiada, una mente libre, independiente y hoy día, desafortunadamente muy escasa. Lograr el éxito, requiere aprender a conquistar tu propia Mente, a pensar por ti mismo. Es un camino de dentro hacia afuera. Tus verdaderos retos, se desarrollarán en realidad en tu interior, las batallas se producirán en tu propia mente.

Siempre digo: "No te pidas no tener problemas, pídete crecer para ser tu más grande que tus problemas". En realidad, liderar implica aprender a amar los problemas convirtiéndolos en desafíos y maestros de tu aprendizaje.

En este entorno de incertidumbre en el que nos encontramos, hoy más que nunca, se necesitan Líderes Emprendedores, personas entusiastas, soñadores, que estén dispuestos a explorar y conquistar nuevos mundos, llenos de grandes oportunidades. Personas capaces de renunciar a la seguridad, para correr tras lo incierto. Personas que renuncien a la dependencia ajena, para atreverse a seguir su pasión, con cierta dosis de valor, persistencia, resiliencia y mucho entusiasmo.

El Líder Emprendedor requiere estar en posesión de una serie de atributos especiales y debe entrenarse en ciertas habilidades y principios para desplegar todo su potencial y no sucumbir ante la adversidad en el camino. Así podrá realizar su cometido disfrutando con pasión, utilizando el vehículo de la empresa como un camino de crecimiento personal y autorrealización y no de autodestrucción o sufrimiento.

Para convertirte en un Líder Emprendedor y lograr el éxito, disfrutando del camino, deberás aprender, superar y cumplir las siguientes 12 Leyes.

 

LEY DE LOS FALSOS LÍMITES

Para Mario Alonso Puig, es un hecho evidente que todos podemos alcanzar cosas mucho mayores de lo que pensamos. El talento puede desarrollarse permanentemente durante toda la vida y ello nos exige aprender a romper nuestros falsos límites.

Superarlos nos llena de autoconfianza y de sentido de valor. Ello nos obliga a salir de nuestra zona de confort y a estar dispuestos a aceptar riesgos y desafíos continuos.

Salir de la Zona de Confort nos produce vértigo, en mayor o menor medida, no obstante hay dos maneras de afrontarlo: vivirlo como una amenaza o bien como una oportunidad para crecer y desplegar nuestro talento, traspasando nuestros límites aparentes. Cuando estamos fuera de la zona cómoda, comenzamos a sentir una fuerte presión o resistencia. No obstante podemos vivir la experiencia de forma más o menos agradable, en función de la interpretación que le demos a la situación. Para ello, la valoración va a variar y dependerá en gran medida de las preguntas que nos planteemos (no te preguntes solo todo lo que puede pasar, pregúntate que pasaría si…lo lograras), del enfoque que le demos (enfócate en la solución y no en el problema) y del apoyo que recibamos de los demás (rodéate de personas que te impulsen, no de las que te hunden). Ante la presión en momentos en que parece no haber salida a nuestros problemas, nuestro pensamiento creativo para resolverlos se activa sólo cuando aceptamos desafíos y nos enfocamos de forma confiada en la solución, buscando nuevas alternativas.

Todo reto nuevo es un estímulo para crecer, que te hará dar un salto de nivel. Será más o menos llevadero siempre que el vértigo provocado por el riesgo que debe asumirse no sea demasiado grande.

El vértigo disminuye cuando tenemos más confianza en nosotros mismos y cuando sabemos que podemos contar con la ayuda y el apoyo de los demás.

 

LA LEY DE LA FALSA REALIDAD

El Líder Emprendedor debe ser consciente de que su percepción está absolutamente condicionada por su pasado y está tremendamente alterada. Por ello, debe tener la seguridad de que la realidad, no es como la ve y tiene la obligación de no verla aún PEOR de lo que es. Debe aprender a confiar en que fuera de su percepción le aguarda un mundo de posibilidades y de oportunidades que aún no esté percibiendo.

No es Ver para Creer, sino Creer para poder Ver

La realidad es mucho más amplia y compleja de lo que podemos percibir. Cada uno de nosotros percibe la realidad a través de unos filtros que se han ido creando y reforzando a lo largo de nuestra experiencia y de nuestra historia particular. Estos filtros se denominan creencias y son los que constituyen las gafas, las lentes a través de las que miramos y constituyen los límites de nuestra percepción.

Lo que está fuera del alcance de nuestras creencias nos resultará invisible, aunque lo tengamos delante de nuestros ojos.

Cuenta la leyenda lo que ocurrió cuando llevaron un elefante a una aldea en la que jamás habían visto uno, y ni siquiera sabían lo que era. Dada la expectación despertada, al caer la noche, tres de los habitantes de la aldea, en un deseo de ganar notoriedad, se dirigieron por separado a la tienda donde tenían escondido y a oscuras al animal.

El primero de ellos tocó una pata y enseguida le recordó la forma de una columna, con lo cual se alejó convencido de que un elefante era algún tipo de pequeño edificio.

Otro agarró la cola y se alejó creyendo que un elefante era una cuerda. El tercero se encontró con la trompa y al ver que se movía pensó que un elefante era una gran serpiente y salió corriendo de aquel lugar.

Todos salieron convencidos de que sabían perfectamente lo que era un elefante. Su falta de otras perspectivas y el sentido que su experiencia daba a lo que percibían fue la causa del error.

Si se hubieran comunicado entre sí sus puntos de vista, en lugar de creerse cada uno que lo que había visto era toda la realidad existente, hubieran entendido mejor su experiencia y entre todos se habrían acercado más a la realidad.

Un Líder Emprendedor tiene que aprender a ampliar su visión, su percepción de la realidad y ver las cosas mejor aún de lo que son, para diseñar y crear un futuro lleno de posibilidades, que mejore el presente.

 

LA LEY DEL OPTIMALISTA

El Líder Emprendedor debe ser un Optimalista. La diferencia fundamental entre el perfeccionista y el optimalista es que el primero, en esencia, rechaza los reveses inherentes a la realidad, mientras que el segundo los acepta

El perfeccionista quiere que su camino hasta la meta que se ha fijado y, en realidad, todo su camino por la vida sea directo, sin tropiezos, libre de obstáculos. El perfeccionista paga un precio excepcionalmente alto por su negación de la realidad. Su rechazo al fracaso le produce ansiedad ante esa amenaza, siempre presente, y su rechazo a toda emoción negativa suele generar, por el contrario, una intensificación de las emociones que intenta suprimir, lo que le genera una tensión aún mayor

El Optimalista acepta los obstáculos como una parte natural de la vida, como una experiencia unida al éxito. Comprende que no lograr lo que deseaba o tener conflictos en sus relaciones son parte integrante de una vida plena y rica en experiencias; asume estas experiencias como oportunidades de aprender y surge de ellas más fuerte y más capacitado para resistir los embates

Recuerdo que me sentí muy inseguro y estresado en mis años de universidad, en gran medida por mi rechazo a aceptar el fracaso como una parte necesaria de mi aprendizaje... y de la vida. Menos mal que, al comenzar a emprender, tomé conciencia a tiempo y me despoje de mi rol perfeccionista. Un buen amigo mío me enseñó que lo perfecto es enemigo de lo bueno.

El optimalista está dispuesto a aceptar la realidad; acepta que el mundo real contiene inevitables dosis de fracaso y malestar, y que el éxito es un peldaño más, tras reiterados fracasos.

 

LA LEY DEL GRAN MAESTRO, FRACASANDO

En realidad tienes dos opciones. Aprender del fracaso o fracasar en el aprendizaje. En su obra sobre la autoestima, Richard Bednar y Scott Peterson señalan que la propia experiencia de enfrentarse a las dificultades aun arriesgándose a fracasar ayuda a aumentar la confianza en uno mismo. Si eludimos los retos y las dificultades por miedo al fracaso, nos estamos diciendo a nosotros mismos que no nos sentimos capaces de superar los problemas, que no sabemos cómo actuar ante el fracaso. En consecuencia, nuestra autoestima se debilita. Pero si nos retamos a nosotros mismos a alcanzar determinados objetivos, nos estamos diciendo internamente que somos lo bastante capaces de poder manejar cualquier posible fracaso. Asumir los retos en vez de eludirlos tiene un poderoso efecto sobre nuestra autoestima a largo plazo, más que el propio hecho de perder o ganar, del éxito o el fracaso en sí.

De manera paradójica, nuestra autoconfianza en general y la seguridad de que podemos superar los problemas se refuerzan cuando fracasamos, porque en ese momento nos damos cuenta de que lo peor que podíamos esperar (fracasar) no era en realidad tan terrible como pensábamos

Como el mago de Oz, que resultó ser mucho menos amenazador de lo que todo el mundo creía cuando al fin salió de detrás de la cortina, el fracaso es mucho menos terrible cuando se confronta directamente.

Se sufre más por el miedo al fracaso que por el fracaso en sí mismo

El buscador de virtudes. ¿Por qué algunas personas que tienen todos los motivos del mundo para ser felices, que han hecho realidad todos sus sueños y alcanzado el éxito en sus vidas, se sienten desgraciadas, mientras que otras que han tropezado repetidas veces con penurias e infortunios celebran las cosas buenas de la vida?

La razón de este sorprendente (aunque común) fenómeno es que la felicidad no depende únicamente de los hechos objetivos que componen nuestra vida, sino también de la manera subjetiva en que los interpretamos

Un hecho de la vida puede ser cualquier cosa, desde ganar un campeonato a sacar un simple aprobado en un examen, desde tener un golpe de suerte que nos haga ricos a ser rechazados por nuestra pareja. Pero la manera en que experimentemos ese hecho dependerá en buena medida de la interpretación que hagamos de él, así como de lo que nosotros resaltemos de este:

¿Celebro mis éxitos y mis logros, o no les doy mucha importancia, pero sí lo lamento cuando no han sido perfectos? ¿Me reprocho a mí mismo por haber sacado bajas calificaciones o por haber sido rechazado, o presto más atención a las lecciones que estas experiencias pueden enseñarme?

Nadie es inmune a los sentimientos de tristeza o de dolor. Pero hay personas que siempre parecen capaces de encontrar el lado bueno de cualquier situación: se alegran de sus logros así como de los ajenos, tienen la habilidad de transformar un contratiempo en una oportunidad y van por la vida con un aire de optimismo. Y están los otros, que siempre ven el vaso medio vacío, casi nunca encuentran motivo para alegrarse, parecen siempre insatisfechos y viven en una atmósfera de mórbido pesimismo.

El primer ejemplo es el arquetipo del buscador de virtudes: la persona que siempre encuentra el hueco en medio de la tormenta, que si encuentra limón hace limonada, que ve el lado bueno de las cosas, que no recela de lo bueno porque es demasiado bueno. El segundo arquetipo es el que Henry David Thoreau llamó el buscador de defectos, ue encuenta defectos hasta en el paaíso.

 

LA LEY DE LAS EXPECTATIVAS

En su libro De buena a grandiosa (Goodto Great), Jim Collins cuenta la historia del almirante James Stockdale, el prisionero norteamericano de más alto rango en la guerra de Vietnam. Conocido por su inquebrantable carácter y su capacidad de resistencia, Stockdale definió las dos características más destacadas de los prisioneros americanos con más probabilidades de sobrevivir en las brutales condiciones de las prisiones vietnamitas.

Eran los que, en primer lugar, afrontaban y aceptaban plenamente el duro hecho de la situación en que se encontraban, en lugar de quitarle importancia o tratar de ignorarlo. En segundo lugar, nunca dejaron de creer que algún día saldrían de allí. Dicho de otro modo, si bien no trataban de rehuir la dura realidad de su situación, tampoco perdieron nunca la esperanza de que al final la superarían. Por el contrario, tanto quienes pensaban que nunca llegarían a salir de allí como quienes esperaban salir en un período de tiempo exageradamente corto eran quienes menos probabilidades tenían de sobrevivir.

El problema de encontrar el equilibrio adecuado entre, por una parte, unas altas esperanzas y expectativas y, por la otra, una realidad dura y difícil, se aplica en general a todas las situaciones en las que uno se plantea un objetivo.

No hay una técnica sencilla con la que se puedan identificar las metas más realistas y capaces de inspirarnos, pero el psicólogo Richard Hackman aputa ue el ejo luga e ue puede uo encontrarse para aprovechar la máxima motivación posible es aquel en el que tenemos una probabilidad de éxito de 50-50.

 

LA LEY DEL RUMBO.

Para lograr la excelencia profesional y la felicidad es muy importante tener la sensación de que no vamos a la deriva sino que tenemos un Rumbo que nos motiva y avanzamos hacia una meta determinada que para nosotros representa un lugar importante y valioso.

Viktor Frankl, psiquiatra austríaco encerrado en el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, nos cuenta la importancia que tenía para la supervivencia de los prisioneros el que tuvieran o no una razón para vivir.

Los prisioneros que acababan muriendo por agotamiento, hambre y sufrimiento se hacían una pregunta: "¿Qué espero yo de la vida?"; la respuesta era un silencio vacío. Los que sobrevivían de forma inexplicable se hacían una pregunta bien diferente: "¿Qué puedo dar yo a la vida, qué espera esta de mí?".

Viktor Frankl, a raíz de sus experiencias, nos ha hecho sensibilizarnos sobre la importancia extrema de tener un faro que nos oriente cuando nos veamos rodeados de niebla y oscuridad.

Un Líder imagina y diseña dónde quiere llegar pasados unos años y por qué o para qué desea eso. Nunca va a la deriva. Si no tiene la certeza, de momento se fija un rumbo y luego vira si es preciso

La visión es una imagen que nos impulsa a sobrepasar nuestros límites. Es un sueño que nos atrae y que nos ayuda a dar lo mejor que hay en nosotros. Una visión es lo que permite que la gente común consiga un resultado extraordinario.

Las posibilidades que tiene una persona de desplegar al máximo sus talentos dependen de hacia dónde mira. Si mira hacia el pasado, hacia lo que le dice su memoria, sus experiencias y, sobre todo, el sentido que les haya dado, no podrá alcanzar nada más que algo parecido a lo que hasta ahora ha obtenido.

Sólo si mira hacia un futuro lleno de posibilidades podrá desplegar las alas de su inteligencia hasta alcanzar la altura de su sueño.

Todos los emprendedores, a lo largo del día, vamos a encontrarnos con problemas, dificultades y obstáculos. La diferencia entre la persona que tiene muy claro el lugar hacia el que quiere dirigirse y la que no lo tiene claro es que la primera puede ver los obstáculos como simples peldaños necesarios hacia el éxito.

Se ha demostrado científicamente que, ante una dificultad, el organismo pone en marcha determinadas áreas del cerebro y hormonas dependiendo de la interpretación que le estamos dando a lo que nos ocurre.

Un Líder Emprendedor no se plantea, de entrada, CÓMO hacer las cosas, sino que siente con intensidad lo QUE quiere lograr y POR QUÉ quiere lograrlo, y es a partir de ese momento cuando el pensamiento empieza a actuar enseñándole el camino que ha de seguir (aparece el Cómo).

 

LA LEY DE LOS PRINCIPIOS RECTORES

La Misión complementa la Visión. Es una declaración escrita de los principios y valores que rigen nuestra forma de pensar, hablar y actuar. Son los principios rectores que van a regir en tu empresa y en tu vida. Determinan lo que es correcto para ti, lo esencial y prioritario y proporcionan un marco de actuación claro.

Encontrar mi misión cambió mi vida totalmente y me colmó de un sentido profundo. Mi Misión es ayudar a los emprendedores a quitar los obstáculos e impulsarlos a obtener su potencial y a cumplir sus sueños, a través de su empresa, viviendo una vida plena de sentido. Para ello, mis valores principales y principios rectores son: la paz interior, el amor, la sabiduría, la libertad y la lealtad

Las conclusiones de diversos estudios realizados han sido sorprendentes. La mayor parte de los emprendedores viajan sin rumbo cierto y no saben fijar sus prioridades, en el día a día. Pasan la mayor parte de su tiempo resolviendo asuntos importantes y urgentes, y asuntos nada importantes pero también urgentes; sin embargo, solo dedican una mínima parte de su tiempo a asuntos importantes pero no urgentes, tales como visionar el futuro o buscar nuevas vías de crecimiento e innovación.

Una investigación realizada en la Universidad de Stanford tenía por objeto estudiar los motivos por los que 18 compañías punteras (3M, HP o Walt Disney) se mantenían por encima de otras empresas muy prestigiosas de su sector. Los investigadores concluyeron que las compañías excepcionales tenían un núcleo de valores tan sólido que, aunque se produjeran múltiples cambios en la empresa o en el entorno, esos valores no cambiaban.

Todos en la empresa conocían esos valores y estaban comprometidos con ellos, independientemente del precio que hubiera que pagar para mantenerlos.

Cuando tenemos una misión que nos señala la manera más eficiente de usar el tiempo, de actuar de forma correcta, nos ayuda a priorizar.

 

LA LEY DE LA AUTORIDAD.

Los atributos de un líder. Lo que nos hace influir en los demás no es ejercer el poder, sino la autoridad.

Las personas que tienen autoridad crean líderes, son líderes de líderes, porque anhelan que salga lo mejor que hay en los demás, y eso ocurre cuando las personas emprenden por sí mismas el proceso que las va a transformar en líderes.

Para ganar autoridad ante los demás tenemos que ganarnos su valoración y su admiración.

Los atributos de un verdadero líder, que afloran en situaciones complejas son:

No se preocupan sólo de sí mismos, sino también de los demás. Se preocupan y se ocupan de la suerte de todos, de sus necesidades personales, su bienestar y su futuro, porque no los consideran simplemente un medio para conseguir resultados.

Tienen el coraje de tomar la iniciativa y, por eso, aunque algunas de sus decisiones sean necesarias, pero impopulares, actúan con resolución para llevarlas hasta el final.

Quieren que aparezcan nuevos líderes que tomen el sueño, el proyecto, como algo suyo y que contribuyan con lo mejor que tengan a hacerlo realidad.

Apelan a lo mejor que tiene otra persona sin dejarse distraer por las apariencias; por eso tratan a las personas con respeto y reconocimiento, a pesar de sus peculiaridades o sus diferencias de opinión.

Cuando de verdad estamos comprometidos, la razón de nuestro compromiso nos hace mantenernos siempre enfocados en aquello que es prioritario porque es importante.

 

LA LEY DEL LENGUAJE.

Hemos de evitar, por más que nos sintamos tentados a hacerlo, utilizar palabras destructivas contra nosotros mismos cuando nuestras acciones no sean las que nos gustaría haber realizado.

No es necesario usar palabras destructivas para justificar que uno tiene moral.

LA LEY DEL OBSERVADOR

El Líder emprendedor observa, pero no se juzga. Somos mucho más que nuestras palabras, que nuestras emociones y que nuestras conductas, y sin embargo no nos lo creemos; por eso cuando cometemos una torpeza tendemos a culpabilizarnos.

Tenemos que aceptar nuestras conductas, tanto las que nos gustan como las que no. Aceptar no quiere decir recibir con agrado, sino comprender su origen y naturaleza.

Observar sin castigarnos, pero asumiendo nuestra responsabilidad, nos permite tomar conciencia y elegir el comportamiento deseado para el futuro.

 

LA LEY DEL SILENCIO

La respuesta a cualquier problema, la imaginación creativa para innovar en tu empresa e incluso la felicidad, la hallarás en el silencio que proviene de una mente tranquila.

Lograrlo te exigirá un constante entrenamiento mental. Busca métodos que silencien la mente y suspendan los miles y miles de pensamientos automáticos que alborotan nuestra mente diariamente. Es tu responsabilidad mantener tu mente calmada, recuperar la energía y el foco de atención. Técnicas como la meditación o el mindfulness te ayudarán.

 

LA LEY DEL ENTRENAMIENTO SEMANAL

El Líder emprendedor sabe que debe seguir un camino de crecimiento que le exige seguir saltando de nivel. O estás creciendo o estás muriendo. Ello requiere un entrenamiento constante, que podemos resumir así:

Evaluar y definir la meta principal de esta semana

Se trata de establecer de una manera clara, concreta y específica lo que queremos alcanzar; para ello conviene que juguemos con las siguientes dos preguntas: ¿qué me enorgullecería lograr? y ¿qué desafío me obligaría a salir de mi zona de confort y me permitiría evolucionar y crecer?

Definir la altura de nuestro desafío y la mentalidad con la que vamos a afrontarlo

¿Dónde podría llegar si colocara mi sueño por encima de mis dudas y supiera que tengo capacidad para alterar las circunstancias que me rodean?

Determinar qué sentido tiene conseguir nuestros objetivos. ¿Por qué o para qué los deseas?

¿Cómo van a influir mi visión, mi misión y mis valores en las decisiones que tome esta semana para conseguir mis objetivos?

 

Planificar una estrategia

Se trata de pararse, pensar y planear. Debes preguntarte... ¿Qué voy a hacer?, ¿Cuándo lo voy a hacer?, ¿Dónde lo voy a hacer?, ¿Cómo lo voy a hacer?

 

Revisar nuestros resultados

¿Qué objetivos he conseguido?, ¿Que me ha dado capacidad para conseguirlos?, ¿Qué desafíos he encontrado?, ¿Cómo los he superado?

Evaluar cómo hemos logrado conectar con los demás. ¿He conseguido generar relaciones extraordinarias?, ¿He reconocido a los demás las cosas valiosas que han hecho hoy?, ¿He cumplido mis promesas y compromisos?

 

Descubrir cómo ser más eficientes.

Se trata de que, poco a poco, nos acostumbremos a fijarnos en los aspectos de nuestras actuaciones que nos restan eficiencia.

 

¿Qué objetivos importantes para mí no he logrado?, ¿Que me ha impedido lograrlos?, ¿ha sido mi actuación decidida o ha estado llena de dudas y de consideraciones?, ¿me he enfocado en lo que quería o en lo que temía?, ¿he sabido tener la fortaleza de pedir ayuda?, ¿he perdido tiempo y energía en cosas que eran urgentes  pero no importantes o que no eran ni importantes ni urgentes?, ¿qué nuevas acciones podría emprender?, ¿cómo puedo prepararme para los posibles obstáculos?

 

Cualquier transformación se realiza desde dentro hacia fuera, no desde fuera hacia dentro

 

Para poder vencer, es esencial desenmascarar el poder limitador de nuestras creencias y nuestros automatismos. Cuanta más claridad tengamos sobre la verdadera naturaleza e impacto de nuestras actuaciones, tantos más éxitos cosecharemos.